The Globe. El teatro de Shakespeare.

El Millennium Bridge es uno de los puentes más espectaculares de todos los que cruzan el río Támesis en Londres. Su diseño es moderno y sencillo, ligero y elegante; de un color blanco que acompaña el ambiente plomizo de una ciudad que tantos días transcurre cubierta por las nubes, pero que también resplandece cuando el sol se atreve a salir. Además, es un puente muy abierto, donde las panorámicas se disfrutan sin obstáculos y donde es muy fácil sacar una buena fotografía.

Al atravesarlo destacan los rascacielos de la City, la majestuosa cúpula de San Paul, el edificio de la Tate Modern, las personas que curiosean en las playas del Támesis buscando restos de loza medieval y monedas romanas entre los guijarros, y el teatro The Globe.

Tratándose de un teatro vinculado a William Shakespeare, el principal símbolo nacional de Inglaterra, es fácil pensar que se contempla el edificio original del teatro del que el famoso dramaturgo fue uno de sus co-propietarios. Sin embargo, el que podamos tener hoy esta hermosa y casi exacta recreación del lugar donde se representó pro primera vez Hamlet o Romeo y Julieta tenemos que agradecérselo al actor estadounidense Sam Wanamaker. Nacido en Chicago en 1919, visitó Londres cuando tenía treinta años de edad. Buscando los pasos de Shakespeare descubrió que del mítico teatro donde labró su fama no quedaba nada más que una placa en una fábrica construida cerca de su antiguo emplazamiento.

El The Globe, el original, fue construido en 1599 por la compañía teatral de Shakespeare, los Lord Chamberlain’s Men. Shakespeare no solo escribió muchas de sus obras para este teatro, sino que también fue actor y co-propietario (se cree que tenía alrededor de un 12 por ciento de la propiedad).

Imagen del interior del The Globe

En 1613, el teatro fue destruido por un incendio durante una representación de la obra Enrique VIII. En esa época se usaba pólvora durante las representaciones para hacer efectos especiales. Con el disparo fingido de un cañón una chispa alcanzó el tejado de paja y en dos horas el edificio fue pasto de las llamas. Sería reconstruido al año siguiente en el mismo lugar. Sin embargo, en 1642, depuesto el rey Carlos I e instaurado el régimen puritano de Oliver Cromwell, el teatro fue prohibido y el The Globe cerrado. Durante dieciocho largos años, ninguna obra de teatro fue representada en toda Inglaterra.

En 1660, con el fin del gobierno puritano y la restauración de la monarquía inglesa con Carlos II, los teatros volvieron a abrirse. Sin embargo, el nuevo rey, que había pasado años exiliado en Francia, ordenó demoler los teatros al estilo inglés para construir otros nuevos al estilo francés, los cuales contaban con la comodidad de ser techados y capaces de proteger de las inclemencias del tiempo. Así, el The Globe original fue demolido para siempre y sobre él se construyeron viviendas.

Cuando en 1949 Sam Wanamaker visitó Londres, se encuentró la placa en la fábrica. No había ningún otro reconocimiento al histórico teatro, ni siquiera un monumento y, ni mucho menos, una reconstrucción como algunas de las que sí que existían en Estados Unidos. Entonces toma la decisión que marcará su vida y creará su legado: devolver a Londres, a Inglaterra y al mundo el The Globe. Fueron muchas las vicisitudes que se encontró, porque, al principio no tuvo apoyo para llevar a cabo su proyecto. Alquiló un almacén cerca del lugar original del The Globe, lo convirtió en un centro de estudios donde expuso sus ideas, realizó un pequeño museo y organizó congresos y seminarios para discutir su propuesta. Durante décadas estuvo recaudando dinero hasta que, gracias a su empeño, se construyó el edificio que podemos ver hoy. Fue inaugurado en 1997, pocos años después de que Wanamaker muriera. Nunca llegó a ver el The Globe concluido, pero el Sam Wanamaker Playhouse, un teatro al estilo jacobeo en el complejo del The Globe, rinde homenaje a su determinación.

El The Globe moderno es una reproducción lo más fiel posible a aquel que pudo existir en el siglo XVI. No esta ubicado en el mismo lugar que el original. Escasos doscientos metros lo separan. Se construyó con los mismos materiales y técnicas que se utilizaron en la época de Shakespeare. En la actualidad, sin embargo, hay algunas licencias. Las hermosas vigas de madera del exterior durante el renacimiento se habrían tapado, pero en el siglo XX, casi XXI, se decidió dejarlas por su mayor atractivo estético y porque en la actualidad, cuando se piensa en las construcciones de la época isabelina, dichas vigas de madera vienen siempre a la cabeza. Asimismo, el patio, en lugar de la arena, limo y nuez en polvo que lo habría cubierto en la época Tudor, es en la actualidad de hormigón, por las exigencias de necesitar unos almacenes subterráneos.

El The Globe actual puede visitarse. También puede acudirse a él para ver representaciones teatrales.

Imagen del The Globe, visto desde el exterior

En su interior, se han representado meticulosamente los distintos espacios tal y como debieron ser en la época del bardo de Stratford upon Avon. La planta del teatro es con forma de O, esa “O” de la que se habla en Enrique V y que algunos estudiosos interpretan como una referencia a la construcción del propio The Globe. El escenario se extiende desde el norte adentrándose en el centro. Sobre el se alzan The Heavens, un dosel decorado con signos del zodiaco y desde donde puede descenderse a través de una trampilla. Asimismo, en él están The Pillars of Hércules, unas columnas de madera que simulan ser de mármol y que recuerdan a los templos grecolatinos. Por otro lado, tras el escenario está la Tiring House, nuestras actuales bambalinas, sobre las que se alza una galería donde se ubicaba a los músicos.

El patio, donde las obras se ven de pie, se encuentra circundando el escenario. En la época de Shakespeare era el lugar donde iba la gente con poco dinero. El patio actual tiene una capacidad para unas 700 personas del total de 1.600 en todo el teatro. Las obras desde este lugar en la actualidad también se ven de pie y pueden disfrutarse pagando solo cinco libras por la entrada, todo un lujo para una ciudad tan cara como Londres.

 Tras el escenario está la Lord’s Room. En la época de Shakespeare era el lugar reservado a los nobles, que iban más a ser vistos y a exhibirse que a disfrutar de la obra. De hecho, desde ahí veían a los actores de espaldas. Por su parte, los ciudadanos más ricos iban al Gentlemen’s Room, cuyo equivalente moderno son los palcos de los teatros actuales. Eran espacios cómodos en un lateral del escenario y que en el The Globe actual están hermosamente decorados con dibujos de época isabelina en las paredes.

El repertorio del The Globe comprende principalmente obras de Shakespeare, pero también se han representado obras de Cervantes, Calderón y Lope de Vega. De hecho, hasta el momento, el teatro clásico español es el único teatro clásico europeo que, además del inglés, se ha representado en el The Globe; donde, por otro lado, también se representan obras modernas.

Merece la pena visitar este teatro. El lugar es de una belleza muy especial. Grandioso e íntimo a la vez. Se advierte todo el trabajo científico realizado durante décadas para construir esta extraordinaria réplica y se puede adivinar el ambiente que se experimentaba viendo teatro en la época de Shakespeare.  

Además, en su interior, puede admirarse un First Folio.

El First Folio es la primera edición impresa de una colección de todas las obras teatrales de William Shakespeare. Fue publicada en 1623, siete años después de la muerte, por sus compañeros y amigos John Heminges y Henry Condell, quienes se encargaron de revisar y seleccionar los textos para su publicación. Es considerado una de las publicaciones más importantes de la literatura inglesa, ya que permitió preservar gran parte del legado de Shakespeare y ha servido como referencia para ediciones posteriores de sus obras.

De hecho, en el First Folio se publicaron por primera vez 18 obras de Shakespeare, entre las que se encontraban Macbeth y La tempestad; las cuales, se habrían perdido para siempre de no ser por la dedicación de Heminges y Condell.

Es todo un privilegio poder contemplar uno de los 750 ejemplares originales que existieron (de los que se estima que en el mundo quedan tan solo 200). También me resulta muy oportuno que haya un First Folio en el The Globe. Fue la admiración por su amigo lo que llevó a Heminges y Condell a salvar la obra de Shakespeare y cimentar su fama a través del First Folio. También la admiración de Sam Wanamaker hizo posible que se erigiera un nuevo The Globe y que hoy la obra de Shakespeare sea celebrada casi en el mismo lugar donde el la mostró por primera vez.

Es bonito que existan historias así y que podamos disfrutarlas, ya sea viendo una obra o leyéndola.

Para saber más sobre The Globe: https://www.shakespearesglobe.com/

Cesare Pría

Deja un comentario