Literatura y fotografía

En Bicidue Revista Literaria, vamos a dedicarnos a reflexionar sobre la literatura y la fotografía. Además de contar con Salvador Salvatierra (@salvatierra1110) como fotógrafo colaborador, es un placer que, desde este mes, se haya unido a nosotros el fotógrafo Mr. F.

Mr. F. ha recibido formación técnica en diversas escuelas fotográficas, así como participado en diversos seminarios específicos de materias tales como retoque digital, iluminación profesional, creatividad fotográfica etc. siendo galardonado en diversos certámenes relativos a fotografía creativa, deportiva o, incluso, literaria.

Le hemos hecho una serie de preguntas a Mr. F. para reflexionar sobre la relación entre la literatura y la fotografía. Por supuesto, todas las imágenes publicadas en este artículo son suyas.

¿Éxiste la narración en la fotografía?

No sólo existe, sino que es una parte consustancial de toda la acción fotográfica. Por supuesto que hay muchas formas de entenderla, pero una imagen no deja de ser un momento del tiempo concatenado que hemos tratado de «congelar», que busca perdurar y narrarse de alguna manera a los que en el futuro se topen con ella.

A partir de ahí han desarrollado sus teorías muchos estudiosos de la semiología, como Roland Barthes, pero al margen de sesudos ensayos es innegable que nuestras propias instantáneas familiares buscan relatar pequeñas historias personales y el devenir de nuestras vidas, por típicos que sean los motivos que elijamos inmortalizar. Al final suele haber un hilo conductor que va enlazando nuestras imágenes o cada sucesión episódica de éstas.

Por otro lado, también existe la fotografía periodística o el género social (el famoso sector BBC: Bodas, Bautizos y Comuniones) que no dejan de ser relatos gráficos de eventos a los que damos relevancia social o familiar.

Al margen de eso, existe una fotografía que de alguna manera busca transmitir una historia, sea real o ficticia, que la puede equiparar al género literario narrativo.

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Háblanos del lado poético de la fotografía

Si hablamos de poesía lírica, poesía y fotografía van de la mano. Ambas proporcionan una experiencia estética, cada una con diferentes medios. En ocasiones pueden ser complementarias. Me vienen a la cabeza los caligramas, los cuales suponen dar al texto una silueta evocadora retorciendo la tipografía. Las aplicaciones audiovisuales que existen a día de hoy han jugado mucho con la palabra escrita y la imagen.

Si bien en sus inicios la fotografía fue más documental que artística, poco a poco se dejó influenciar por la pintura y acabó siendo una herramienta más al servicio del arte.

Existe una frase muy conocida de un fotógrafo de renombre como Henri Cartier-Bresson que dice que fotografiar es: «Retener el aliento, alinear la mente, la mirada y el corazón». Obviamente a muchos nos viene grande la frase pero resulta significativa como muestra del lirismo que se comparte entre la fotografía y la poesía.

Hay una palabra clásica: «écfrasis», que alude a la representación textual de una representación visual. Sería como sacar un poema de una fotografía (o de una escultura o pintura).

Ambas disciplinas aprovechan en su raíz común muchas de las cuestiones tratadas en la antiguedad clásica. Por ejemplo, en poesía es la métrica iniciada por los rapsodas y desarrollada durante los siglos posteriores la que marca la «normalización» y en fotografía existen reglas de composición como la de los tercios o la proporción áurea que se tienen en cuenta a la hora de apreciar una imagen. No obstante, en ambos campos también se dice que las reglas están para conocerlas y romperlas.

¿Cómo es tu proceso creativo?

Desde una perspectiva de «aficionado con interés» realmente no tengo un proceso normalizado. Supongo que en la mente de cada uno hay un hervidero de sensaciones, ideas o simplemente cuestiones estéticas que mezclan técnica e inspiración. Al final llega el momento «eureka» en el que se juntan todas y cristalizan en una imagen más o menos afortunada. En ocasiones tomo notas de algo que podría ser interesante o me fijo más en los detalles al deambular o contemplar algo.

Lo que sucede hoy en día es que los impactos de la imagen son muchísimo más abundantes que hace años, para bien o para mal. Dice Todd Giltin en sus estudios sobre la «infoxicación» que analizando la dosis de imágenes que podemos llegar a percibir, en un minuto se pueden contemplar en los mass media más imágenes que las que un habitante acomodado de centroeuropa de hace un par de siglos podría haber visto contando todas las de la población donde habitara (cuadros, libros, grabados…). Eso es inspirador y nos satura a la vez.

¿Hay alguna influencia literaria en tu obra?

Sí, la hay. En ocasiones son influencias previas, en otras son posteriores. Es decir, una frase de una novela o el título de la misma puede resultar detonante de una idea fotográfica o bien a la hora de ponerle título resulta un lugar común que permite explicar la imagen.

Por poner un ejemplo, en una ocasión fotografié un edificio espejado con cámaras porque me resultó llamativo como la arquitectura acristalada en ocasiones impide ver el interior de sus inmuebles por motivos prácticos o de privacidad pero a su vez está provisto de cámaras para poder ver el exterior. Rápidamente encontré el título: «Orwell corner», en referencia a la archiconocida obra «1984» del mismo autor.

Otro de los aspectos que también influye es la música, aspecto tampoco tan distante de la literatura si nos atenemos al premio Nobel de Dylan. Un corte aislado de letra o el título de una canción también ejercen el efecto inspirador anterior/posterior. El cine o las plasmaciones musicales en videoclip son otro mundo estético con influencia cotidiana.

Un profesor de fotografía que tuve decía que tras ver miles y miles de imágenes para inspirarse alguien le recomendó que lo que debía hacer era leer mucho. Y es cierto, el recableado neuronal que supone cada buen libro que leemos ayuda a ser creativos. De hecho recientes investigaciones equiparan lectura a vivencia, ya que el cerebro «cree» estar viviendo lo que lee.

¿Hay algún autor que consideres muy fotográfico?

Realmente todos lo son. Con contadísimas excepciones cualquier extracto de una obra literaria es susceptible de inspirar una imagen. De hecho, recrear pasajes literarios es una gimnasia mental que se fomenta en cursos de creatividad fotográfica. La Fundación Blas de Otero por ejemplo suele convocar anualmente un concurso basado en pasar a la imagen versos del dicho autor.

Otra cosa son autores que fueran aficionados a fotografiar, que no son pocos: Lewis Carroll, Juan Rulfo, Julio Cortázar… Y no se les daba nada mal.

¿Libro y escritor preferido?, ¿Qué te gusta leer?

¡Buf! La verdad es que hay demasiados. Realmente no me puedo quedar con ninguno en exclusiva de los que voy conociendo y pienso que hay muchísimos por descubrir. No obstante, hay algunos que incitan más a devorar cada obra o imprescindibles de la historia literaria que aportan lugares comunes. Si hay que mojarse y mencionar un par, Asimov y todos los relacionados, Terry Pratchett o Murakami (por citar un par contemporáneos) me resultan bastante estimulantes. Pero en general soy bastante omnívoro.

¿Alguna reflexión adicional sobre lo que venimos tratando?

Nada más que comentar que una de las imágenes que este año he venido a pergeñar y que ilustra este artículo, «The gentleman of the sad figure» (Juego de palabras al traducirlo como «el caballero de la triste figura» por cuanto gentleman puede referirse a un hombre trajeado en su sentido contemporáneo) supone un homenaje al quinto centenario de Cervantes, a las posibilidades lectoras de hoy en día y, por qué no, a los molinos de viento girando que no dejaron de ser una «imagen fotográfica» o un paisaje visual que se plasmó en letras por el Manco de Lepanto.

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