Quizá lo mejor de Nuestras calles de Alessandra Lavagnino (Nápoles, 1927) sea su extraordinario estilo sigiloso, susurrante, introspectivo; tal y como sin duda lo hubiese hecho su protagonista, Marzia, si no fuera solo un personaje de ficción, si de verdad existiese esa mujer tartamuda y de pocas palabras, aunque de pensamientos muy fluidos, que nos cuenta su vida a retazos en esta hermosa novela. Este estilo recuerda mucho al de Natalia Ginzburg en Las palabras de la noche o Léxico familiar, aunque con su propia personalidad y con el tono más lánguido que corresponde a la naturaleza de Marzia.
Como en algunos relatos de Giovanni Verga, o en las novelas de Pavese o de la propia Ginzburg, es una delicia dejarse arrastrar por esta narración envolvente y cálida, por el simple gusto de disfrutar de las palabras hilvanadas, de los pasajes que se suceden, de los sentimientos que se expresan, en un texto que podría no terminar, sin que importe lo que cuenta, porque su fortaleza artística es tal que no necesitaría ninguna historia.
Esto no quiere decir que su contenido no importe. Nuestras calles narra principalmente los silencios de la relación de una madre y una hija, a través de esta última; quien se siente abrumada por su madre, a veces asfixiada, pero totalmente unida a ella. También es una historia de aprendizaje, de superación, de conquista de la madurez, en la que Marzia desnuda su interior -casi siempre con su madre como referencia directa o en la sombra – luchando por construirse a sí misma. No falta el amor, la atracción insinuada, los celos sutiles, sobre todo a través del personaje de Lúcia, fundamental en la novela. Pero al final, pese a la lejanía entre ambas y el carácter contrapuesto, nada vence al vínculo entre una madre y una hija. Esto escucha Marzia de su madre:
«Aunque tú vales más, que lo sepas; no debes olvidarlo. Vales cien veces más que Lúcia. No creas que no te entiendo.»
Esta es la clave, y el misterio, de esta novela.
Toda una fortuna que errata naturae la haya editado. Es muy recomendable y original, por cierto, la guía de lectura del libro que la editorial incluye en su página web.
Clelia Pérez
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